Hace cinco años, en el verano de 2009, ocurrió un hecho insólito en el pueblo de Duruelo, anejo de Casasola (Ávila), que hoy se recuerda y se va constituyendo como una fiesta más en el pueblo.

Foto de Bernardo Santiago
Foto de Bernardo Santiago

Una mañana de julio, un grupo de mujeres se dirigieron a la iglesia, consagrada a Nuestra Señora de la Asunción, para limpiar el templo ante las celebraciones religiosas que se iban a celebrar. La iglesia, situada a poco más de un kilómetro del pueblo y que comparte con Casasola, presentaba el mismo aspecto imponente que siempre, pero al llegar a su puerta descubrieron, para su asombro, que la puerta no estaba cerrada, y al entrar descubrieron horrorizadas que había sido visitada por los amigos de lo ajeno. Entrando por una ventana, los ladrones se habían llevado las posesiones más preciadas del templo: las imágenes de los santos. Las tallas policromadas de San Blas, San Roque, San José y Santa Águeda, además del Sagrado Corazón de Jesús y la Purísima Concepción y otros ornamentos del retablo habían desaparecido.
Las mujeres que lo descubrieron, asustadas, hicieron correr la voz en el pueblo en menos que canta un gallo y en menos tiempo de lo que dura una misa se personaron en el templo vecinos, el párroco, la guardia civil, el CSI y algún curioso, que nada pudieron hacer salvo confirmar la sustracción de las imágenes sin ningún motivo y sin un por qué. Sea como fuere, la desesperanza hizo mella en el pueblo, quien acogió este suceso como una desgracia, lamentándose del robo y maldiciendo a quien o quienes los hubieran robado.
Casualidades del destino, triunfo de las historias felices, ésta también lo tuvo, porque inexplicablemente y sin que nadie sepa los motivos, los santos aparecieron al día siguiente, 17 de julio, en un cercado en las inmediaciones del pueblo llamado “la Vijuela”. Apenas habían salido los primeros rayos de sol cuando un vecino descubrió atónito las tallas de San Blas, San Roque y Santa Águeda en el cercado, y rápidamente se difundió la noticia para alegría y júbilo de todos los vecinos de Duruelo. ¿Quién se había llevado los Santos? ¿Se habían ido los santos de parranda? Y lo que es más raro… ¿por qué los habían devuelto? Tras las averiguaciones policiales poco pudieron esclarecer del caso. Posiblemente los cacos se dieron cuenta del poco valor que tenían las imágenes pues, a pesar de ser tallas del siglo XVII, tienen más valor religioso o sentimental que material, o incluso pudiera ser que las devolvieron ante la imposibilidad de venderlas en el mercado negro. Quién sabe.
Pero la historia aún no ha acabado. ¿Y San José? La imagen del santo seguía sin aparecer, no estaba junto con las tallas que habían devuelto, y poco a poco se perdió la esperanza de recuperarlo. No sería hasta una semana después cuando por fin hallaron al Santo. ¿Dónde? En un jardín en las inmediaciones del Centro Comercial El Tormes, en Santa Marta (Salamanca). El hecho no deja de ser insólito. Así como nadie supo quién robó los santos, ni quién los devolvió, nada se supo de por qué San José apareció ni más ni menos que en Salamanca. Quizá San José se fue de rebajas, cansado de que de los ratones le roían los calzones, o porque los ladrones dieran a la imagen más valor que las otras, o simplemente necesitaban deshacerse de ella y la abandonaron allí. Supongo que será un misterio que nunca se desvelará.
Los vecinos de Duruelo, lejos de olvidar este suceso, lo han convertido en fiesta, consolidándose año tras año en lo que se conoce como “la recuperación de los Santos”, y conmemorándose el “Paseo de los Santos”, recorriendo en procesión con las imágenes el trayecto entre la iglesia y la Vijuela, el lugar donde aparecieron. Después, hay un aperitivo, baile, comida fraternal y verbena popular.

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