María Dávila nació, muy posiblemente, en Ávila, hacia el último tercio del siglo XV. Poco se sabe de su nacimiento y niñez, salvo que era hija de Gil de Ávila e Inés de Zabarcos, pertenecientes a un grupo de artesanos abulenses acaudalados, y la educación que recibió se desarrolló en el ámbito doméstico, supervisada por su madre, basada principalmente en unas normas básicas de conducta, en el aprendizaje de alguna oración y en el conocimiento de las letras. Además, en su formación también influyó un hombre de religión, Álvaro de Castro, franciscano, y que junto a su madre moldearon la personalidad piadosa de María a lo largo de su vida.
Su blasón era el escudo de trece roeles, pues pertenecía a la rama de los Dávila de Esteban Domingo, señor de Vilafranca y las Navas. Fue dama de la corte de la reina Isabel, lo cual le permitió ciertos privilegios y un matrimonio con un hombre de confianza de los Reyes Católicos: Fernán Núñez de Arnalte, quien gozaba de una buena posición en la Corte al desempeñar el cargo de tesorero real, y juntos acrecentaron su patrimonio gracias a numerosas concesiones de los reyes, como la venta del señorío y heredad de la dehesa de las Gordillas (antes perteneciente al cabildo catedralicio), situado a unos 20 kms de la ciudad de Ávila; además de otros terrenos en la provincia y en la ciudad de Ávila, demostrando María Dávila un carácter emprendedor aprovechando su situación privilegiada.
Su marido Fernán Núñez de Arnalte murió en 1480, si bien un año antes había redactado una Disposición de última voluntad, convirtiendo a su viuda María y a fray Tomás de Torquemada (fraile dominico, prior del convento de Santa Cruz de Segovia y confesor de los Reyes Católicos) en los albaceas de la misma, quienes ejecutan la última voluntad del tesorero: la fundación de un convento dedicado a Santo Tomás de Aquino, en Ávila. En 1482 obtuvieron la bula papal para la fundación del monasterio, eligiéndose unas casas, huerto y prados que pertenecieron al canónigo Fernán González, se comenzó a construir el templo convirtiéndose en sede del Tribunal de la Inquisición.
Pese a la voluntad de Fernán Núñez de Arnalte de ser enterrado en la iglesia de San Martión de Ocaña (Toledo), ésta no se vio cumplida y sus restos se depositaron temporalmente en la iglesia de Juan de los Reyes, posiblemente por intercesión de la reina Isabel, quien decidiera junto con María Dávila que sus restos fueran sepultados en la iglesia de Santo Tomás de Ávila, concretamente en la capilla principal, aunque ésta terminó siendo ocupada por los restos del príncipe Juan, heredero al trono de Castilla e hijo de los Reyes Católicos. El malparado tesorero Fernán Núñez de Arnalte sería trasladado a una de las capillas laterales del templo (1502), donde se instalaría un sepulcro artístico hacia 1511, actualmente muy deteriorado y sólo se conserva una parte del frontal del yacente.
Tres años después de la muerte de su marido, entre 1482 y 1483, María Dávila vuelve a contraer matrimonio, ésta vez con Fernando de Acuña, capitán al servicio de los Reyes Católicos e hijo del I Conde Buendía, don Pedro de Acuña, señor de Dueñas. Fue un hombre importante en el reinado de Isabel y Fernando, quienes premiaron su carrera en febrero de 1489, nombrándole Virrey de Sicilia y recibiendo su mujer, a modo de consorte, el título de Virreina. El matrimonio se estableció Palermo, donde residirían hasta la muerte del Virrey en 1494. Fue enterrado en la capilla de Santa Águeda de la catedral de Catania, siendo María Dávila quien nuevamente tuviera que hacerse cargo de los restos de su marido y mandara construir un sepulcro artístico de gran fastuosidad, muy dañado en el terremoto de 1693, pese a ser recompuesto posteriormente.
La verdadera personalidad de María Dávila aparece a partir de la muerte de su segundo esposo pues, siguiendo el comportamiento habitual de las viudas de alta alcurnia de la época, María Dávila decidió consagrar su vida a la religión, y fundar un convento de clarisas. Para ello, debía conocer la vida conventual, por lo que entró como monja en el monasterio de clarisas de Calabazanos (Palencia), y parece ser que la elección de este lugar fue por voluntad de Isabel la Católica. Desde 1496 a 1502 residió en este monasterio, donde aprendió los preceptos de la norma, junto con la compañía de varias mujeres, algunas de las cuales, doce beatas , viajaron posteriormente con ella a Ávila para fundar el monasterio que recibiría el nombre de Villa Dei, una sencilla construcción en una dehesa próxima a Ávila llamada «Las Gordillas«, y que la propia María había comprado y heredado durante su primer matrimonio, actuando como abadesa vitalicia.

Además, María Dávila hizo una serie de acciones caritativas, entre la que destaca la construcción de una capilla «de boveda de cal y canto«, es decir, una capilla de planta central con la advocación de la Caridad de Santa María de Jesús. Se construyó y se conserva en la actualidad y, aunque inicialmente se pensó construirla cercana a la catedral, en una casa de su propiedad (el actual palacio de los Velada), la muerte de la abadesa en 1511, las grandes dimensiones de la casa y el estado de ruina en que se encontraba hicieron necesario buscar otro emplazamiento, también cerca de la catedral, pero en la calle Andrín (Reyes Católicos), lo que a día de hoy es la Capilla de Nuestra Señora de las Nieves, edificio que conserva los símbolos heráldicos de los Dávila y las inscripciones del edificio la proclaman como su patrona. La abadesa María Dávila falleció en 1511, cuando su comunidad residía en Villa Dei, y allí fue sepultada, pese a que las clarisas se trasladaron a Ávila en 1552, primero en casas de Diego del Águila junto a la puerta de San Vicente en el lienzo de la muralla, y en 1557 tomaron posesión del inmueble que construyeron cerca de San Roque, en lo que hoy conocemos como el monasterio de las Gordillas. En los traslados no se sabe si los restos de María Dávila fueron trasladados al palacio de Diego del Águila o la capilla de la Caridad que ella había mandado realizar, mientras terminaban las obras del nuevo monasterio, pero cuando éste estuvo acabado, su sepulcro se ubicó en el coro de la iglesia del monasterio de las Gordillas, dónde estuvo más de trescientos años, hasta que las monjas abandonaron el edificio y se trasladaron a su nueva ubicación, detrás del monasterio de Santo Tomás, llevándose los restos de su fundadora consigo, al igual que su sepulcro artístico, donde se encuentra en la actualidad.
BIBLIOGRAFÍA
CABALLERO ESCAMILLA, Sonia. María Dávila, una dama de la reina Isabel: promoción artística y devolución. Ávila, Institución Gran Duque de Alba.
HERRÁEZ ORTEGA, María Victoria. María Dávila, una dama de a reina Isabel: promoción artística y devolución. De arte: revista de historia del arte, nº 10, 2011, pgs. 285-286
LUIS LÓPEZ, Carmelo; SOBRINO CHOMÓN, Tomás. Un linaje abulense en el siglo XV: Doña María Dávila (documentación medieval del Monasterio de las Gordillas. Ávila : Obra Cultural de la Caja de Ahorros de Ávila, 1997-1998.
Testamento de Doña María Dávila
Doña María Dávila. «La caridad de Santa María de Jesús»
Imágenes sepulcro Núñez Arnalte: Sonsoles Sánchez-Reyes