Tras los acontecimientos sucedidos el 2 de mayo del 1808 comienza lo que conocemos como la Guerra de la Independencia Española, iniciándose un conflicto franco-español que duraría hasta 1812. Por todo el territorio nacional surgieron proclamaciones en favor de los Borbones, Fernando VII y en contra del invasor francés que contaba con un ejército mucho más poderoso. Pese a estos levantamientos populares, como dijo Claudio Sánchez-Albornoz, “ni una sola heroicidad, ni un solo acto que haga de los abulenses de aquella época dignos descendientes del Ávila medieval”, aunque, como veremos, esto no es del todo cierto. Hubo algunos movimientos guerrilleros en la provincia y un batallón de Voluntarios.
La Junta de Defensa y Armamento de la ciudad de Ávila se constituyó en los primeros días de junio de 1808. El 1 de septiembre de 1808, el fabricante textil Serrano creó el Regimiento de Voluntarios de Ávila para hacer frente a la invasión napoleónica. Casi 500 jóvenes, la mayoría inexpertos en el manejo de las armas, venidos de diferentes puntos de la provincia, formaron el batallón para luchar por la libertad del pueblo, trasladándose a Ciudad Rodrigo donde formaron parte de la resistencia frente a los franceses.
Durante 1809, el Regimiento estuvo destinado en diversos puestos de vigilancia como en el camino a Salamanca (Sancti Spiritus), Gallego de San Felices o Hinojosa, con el fin de proteger estos puntos y los pueblos inmediatos a la Ribera del Duero, llegando incluso a mantener algunas escaramuzas con la caballería de reconocimiento francesa. En 1810, Se produciría el sitio de Ciudad Rodrigo, donde el Regimiento de Voluntarios de Ávila jugaría un papel destacado en la defensa de la plaza.
Cuando se produjo el sitio de Ciudad Rodrigo, el 26 de abril de 1810, la resistencia de la ciudad estaba compuesta por 5781 hombres, compuesto por los regimientos de Mallorca y Provincial de Segovia, tres batallones de voluntarios de Ciudad Rodrigo, el Regimiento de Voluntarios de Ávila, una compañía de zapadores, el escuadrón de lanceros de Julián Sánchez el Charro y 390 artilleros.
El Regimiento de Voluntarios de Ávila, al mando de su teniente coronel Antonio Vicente Fernández y de su capitán Pedro Gallego, jugaron un papel muy importante y decisivo en la resistencia de la plaza, distinguiéndose en la defensa de los puestos exteriores desde el 28 de mayo hasta el 27 de junio, y después en la del cuerpo de la plaza, hasta capitular el 10 de julio de 1810, donde fueron hechos prisioneros de guerra. Una vez terminada la guerra, la compañía fue disuelta en la nueva configuración del ejército.
Los franceses, al tomar posesión de la plaza, quedaron admirados del imponente espectáculo que ésta presentaba, pues toda la parte de la ciudad expuesta al ataque no era más que un montón de escombros, y el resto de ella estaba también ruinosa, sin que hubiese una sola casa intacta.

El símbolo más preciado del Regimiento de Voluntarios de Ávila es su bandera, que ondeaba en la batalla. Durante el sitio de Ciudad Rodrigo, el pendón se perdió, posiblemente al caer al suelo mezclándose con el barro y la sangre de los vencidos, olvidándose durante cien años, permaneciendo en las dependencias del Archivo Municipal de Madrid desde la disolución de la compañía, hasta su traslado a Ávila con honores nacionales.