Si por algo nos caracterizamos los abulenses, entre muchas cosas, es de pioneros. En muchas facetas siempre somos los primeros o, al menos, y modestamente, colaboramos discretamente a ello. Buscando en la hemeroteca, me ha llamado poderosamente la atención que uno de los primeros avistamientos ovnis de nuestro país se dio en nuestra provincia, concretamente en el lugar de Muñico, en el verano de 1938. La historia fue recogida por J.J. Benítez en su libro «La punta del iceberg», y la historia del “avistamiento” es la siguiente:
Una mañana del verano de 1938, mientras en España se desarrollaba la guerra civil, un niño de siete años, Mariano Melgar, se encontraba en el monte pastando con las vacas de unos parientes, a pocos kilómetros de Muñico, al lado de un manantial. Mientras descansaba en una sombra y controlaba desde allí a las vacas, comenzó a escuchar un zumbido ensordecedor que provenía de un aparato redondo que lanzaba destellos de color plata y que venía del cielo, destacando en el soleado día despejado.
El objeto bajó cerca de los árboles donde estaba Mariano y aterrizó en la tierra, a unos 30 metros de donde ese encontraba. El niño, asustado, se escondió tras el tronco de un árbol espiando, movido por la curiosidad, al extraño aparato que enmudeció en cuanto tocó tierra, haciéndose un silencio total.
El aparato era redondo, de color del aluminio, de unos 15 ó 20 metros de diámetro, con una pequeña cúpula en la parte superior y sostenido por 3 ó 4 patas, con luces de colores a su alrededor que se encendían y se apagaban continuamente. Una puerta de unos 2×2 metros se abrió, similar a la de un ascensor, y se extendió una rampa, que quedó a un palmo del suelo.
De la puerta aparecieron tres “hombres”. Todos vestían igual, con una especie de escafandra o máscara, casi cuadrada, con una pequeña antena en lo alto de la cabeza. Sus trajes eran de una pieza y de color plateado, los pantalones quedaban recogidos dentro de unas botas que les llegaban a las espinillas, y unos guantes les cubrían las manos. En la cintura llevaban una especie de cinto más ancho de lo normal con una “hebilla” un tanto extraña. Mientras dos de ellos recogían algo sobre el terreno, arrodillándose incluso, otro, el de menor altura, se quedó en la puerta. Como la curiosidad mató al gato, el niño, movido por la curiosidad, salió de su escondite para acercarse al extraño aparato y a sus pasajeros. No recorrió cinco metros cuando el humanoide de la puerta lo vio y le lanzó un “destello” con algún tipo de aparato que llevaba en la mano o la muñeca derecha, impactando en él y casi lo tira de espaldas. Asustado, retrocedió de nuevo hasta su escondite, mientras los otros dos seguían a su faena, “recolectando”, hablando entre sí en un idioma que no comprendía. El destello volvió a repetirse, impactando en el niño, pero esta vez sí le hizo daño, en los ojos.
Después de 15 ó 20 minutos, los “humanoides” terminaron su tarea y despacio, caminando con dificultades, volvieron a su “nave”, no sin antes ¿despedirse? del niño haciendo una especie de saludo. Mariano, aterrorizado, pensó que querían matarlo. Pero una vez subidos al aparato, la rampa se recogió, se cerró la puerta, y ascendió 50-100 metros mientras giraba sobre sí misma junto a las muchas luces de colores, y se alejó en dirección a Barco de Ávila.
El niño, en tratar de dar una explicación “racional” a lo sucedido, lo asoció a algún aparato de la guerra civil, y cuando alcanzó la madurez reconoció que «hoy sé que aquello no tenía ninguna relación con nuestra guerra». Al volver días después al lugar donde sucedieron los hechos, observó como un círculo de hierba parecida como quemado, en el mismo sitio donde se había posado la extraña nave.
FUENTES
BENÍTEZ, J.J. La punta del iceberg. Barcelona, Planeta, 1989.
http://www.ovnispain.com/encuentro-con-humanoides-en-munico-avila-1938/
hace unos meses hable de ello en mi seccion de radio, yo estuve viviendo una temporada en el Barraco 🙂