La ciudad de Ávila permaneció desde el comienzo de la guerra civil bajo dominio de los nacionales. Sin embargo, el peligro de un ataque republicano a finales de julio del 36 era inminente: la unidad de milicianos republicanos al mando del teniente coronel retirado Julio Mangada, la llamada «columna Mangada», se encontraba próxima a la ciudad, en las cercanías del Santuario de Sonsoles. Sin que se haya podido confirmar por qué el general republicano no atacó la desprotegida y vulnerable ciudad de Ávila —hay varias hipótesis al respecto—, el 28 de diciembre de 1936 apareció en “El Diario de Ávila” la crónica publicada en el diario francés “Le Matin”, firmado por su enviado especial a cubrir la guerra civil, Leo Gerville.

El título de la crónica era sorprendente: «El último milagro de Santa Teresa». El artículo hace una interpretación extraordinaria de lo sucedido: una anciana se había aparecido al militar republicano Julio Mangada para disuadirle de su imperioso ataque a la ciudad amurallada. Allí habían llegado tropas de refresco bien equipadas, y esto hizo que la columna republicana no emprendiera el asalto a la ciudad de Ávila, pese a que se encontraba desprotegida. La crónica de Gerville lo equipara a la hazaña de Jimena Blázquez, heroina abulense del siglo XII, cuando se enfrentó a huestes musulmanas con la ciudad desprotegida. Mandó disfrazar de guerreros a niños y ancianos, ocuparon las almenas de la muralla y  engañaron a las huestas del moro Abdallah dando la impresión de que en la ciudad había un gran ejército. El relato alude al diálogo entre Santa Teresa y el general republicano:

—“¿De dónde vienes, anciana?, preguntó el general.

—De Ávila, señor.

—¿Y qué has visto en Ávila, abuela?

—Muchos hombres, muchos, con máquinas infernales que causan la muerte. Están por todas partes, están detrás de todas las piedras de las murallas. Si es para conquistar la ciudad para lo que vais allí, que Dios os proteja.

Y entonces, como en otros tiempos hizo Abdallah, el moro Mangada dio orden de retirada.

—A Cebreros, ordenó—, pero que antes, por sus informes, se dé algo a esta vieja bruja.

Más a pesar de su carga pesada y de la lentitud de su marcha, no pudo encontrar en todo el día a la mujer que venía de Ávila”.

—“He aquí, —añade—, el último milagro de Santa Teresa. Así me lo han contado y así se será, sin duda, escrito en siglos futuros en alguno de los bellos ventanales de su iglesia, encajada en los muros de la ciudad”.

¿Fue Santa Teresa la que obró el “milagro”?

La aparición providencial de la Santa es difícil de creer, pero quizá lo que más sorprende del suceso es que no hubiera trascendido a la creyente población abulense en el momento de los hechos, y sí lo hiciera meses después a través de la publicación francesa. La fascinante historia solo se recoge en la increible crónica del corresponsal francés, Leo Gerville, y de manera feaciente fue producto de su desbordante imaginación, pues, al igual que su vida, no deja de ser increíble, como la calidad y pasión de su relato, en la cual no solo demuestra el conocimiento de devoción por Santa Teresa, sino también por la historia abulense.

FUENTES

BELMONTE DÍAZ, José. Ávila en la Guerra Civil. Bilbao, Beta, 2013.

MATEOS LÓPEZ, Álvaro. Enigmas y misterios de Ávila. Córdoba, Almuzara, 2018.

SÁNCHEZ-REYES DE PALACIO, Carlos. Ávila… cuando emigraban las cigüeñas (1935-56). Madrid, Graymo, 2003.

https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k585460m/f1.image.r=Le%20dernier%20miracle%20de%20sainte%20Therese%20d’Avila?rk=21459;2

https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k585460m/f2.image.r=Le%20dernier%20miracle%20de%20sainte%20Therese%20d’Avila?rk=21459;2