maria_vela (2)La Venerable María Vela es considerada la segunda mística de Ávila y quizá, por ello, pese a ser contemporánea de Santa Teresa de Jesús, ha pasado a un segundo plano y a ser prácticamente una desconocida para los abulenses. Sin embargo, su nombre se puede leer en el apartado de Santos del «Monumento a las Grandezas de Ávila», situado en la plaza del Mercado Grande.


 

El 5 de abril de 1561, Sábado Santo, nació en el lugar de Cardeñosa María Vela y Cueto, la primogénita de Diego Álvarez de Cueto y Vela y Ana de Aguirre. El matrimonio, que gozaba de una posición elevada, estaba emparentados con varias casas nobles abulenses, como Blasco Núñez Vela, primer virrey de Perú, hermano de su abuela paterna, María Vela, de la cual adoptó su nombre. Tras el nacimiento de su hija María, la favorita de su madre, le seguirían cuatro hermanos: Diego, Jerónima, Isabel y Lorenzo, quienes, salvo Diego, dedicaron su vida al estamento eclesiástico.

María fue bautizada en la iglesia de Cardeñosa el 13 de abril de ese mismo año, y fue en este pueblo, situados a dos leguas de Ávila, donde residió gran parte de su infancia, al disponer su familia de gran parte de su mayorazgo allí, incluida una casa-palacio. En el hogar, y de mano de su madre, recibió educación, aprendiendo a leer y escribir, música, tecla y bordado, instruyéndola en la oración, e intuimos que la pequeña María ayudaría a su madre con sus hermanos, al quedar viuda en 1570.

Sería a la edad de 15 años cuando, postrada ante la imagen de Nuestra Señora de Sonsoles, le dio una repentina enfermedad, llegando a temer por su vida. Fue durante esta larga y penosa enfermedad cuando oyó la voz de Dios y se entregó a él sin reservas, dedicando, a partir de entonces, su vida a la oración. Entró en el convento de Santa Ana, en Ávila, junto a su hermana Jerónima, donde era religiosa su tía Isabel de Cueto, hermana de su padre. Tomaron el hábito del Císter el día de San Juan de mayo de 1576. María Vela tuvo un complicado noviciado, debido, en parte, a su frágil salud, y sería en 1580 cuando entrara en el convento su hermana menor, Isabel de Villalba, aunque fallecería ese mismo año. En el día de San Juan de mayo de 1582, las dos hermanas, María y Jerónima, profesaron como monjas confirmando sus votos. La mala fortuna quiso que Jerónima viviera solamente tres años más.

María Vela ejerció el oficio de cantora y organista durante el resto de su vida en el convento, y también el de maestra de novicias durante un largo tiempo. Tuvo una gran devoción a la Virgen María y ella fue la encargada, tras la muerte de su tía Isabel de Cueto, de adornar y cuidar el altarcito  de María Santísima con la advocación de Nuestra Señora de Sonsoles que hay en el convento. María, en sus escritos, no cesa de invocar a la Virgen con los títulos de María, Mater gratiae, Mater misericordiae.

La religiosa tuvo mucha fama por su santidad en su vida por las gracias o fenómenos extraordinarios que la acompañaban y no siempre fue comprendida,  incluso por su confesor y director espiritual, el Dr. Miguel González Baquero. La trataron de loca e incluso sus compañeras se burlaban de ella tratándola de ilusa, hipócrita y endemoniada, llegando a denunciarla al Tribunal de la Inquisición, quedando absuelta al no cometer pecado alguno. No obstante, debido a su sacrificio y espiritualidad, las dudas, persecuciones y escrúpulos de monjas y confesores se habían vuelto admiración y alabanzas hacia María Vela, una humilde monja a quien acabaron por venerarla como santa tanto dentro como fuera del convento.

El 17 de septiembre de 1582, año Jubileo decretado a toda la cristiandad por Paulo V, María Vela cayó enferma con un dolor en el costado, del cual no se recuperaría. Le trataron con esmero, aplicándole, entre otros remedios, sangrías, administrándole la Extremaunción. Su agonía se prolongaría hasta el domingo 24 de septiembre, cuando falleció después de repetir la invocación que Dios le había enseñado “Mi amado para mí y yo para mi amado”.

La monja fue no fue sepultada en el claustro común como era tradición, sino al pie del altar de la capilla de Nuestra Señora de Sonsoles del monasterio de Santa Ana, por orden del obispo Francisco de Gamarra quien, poco después, en 1619, dispusiera que se abrieran informaciones sobre la vida y virtudes de la Venerable María Vela y Cueto.

Fuentes

ESTEBAN MARTÍN, Francisco. La mujer fuerte, venerable sierva de Dios Doña María Vela y Cueto, Monja Bernarda del convento de Santa Ana de Ávila del s. XVI-XVII, Ávila, 1917.

GONZÁLEZ VAQUERO, Miguel. La mujer fuerte. Vida de Doña María Vela, Monja de San Bernardo en el convento de Santa Ana de Ávila. Madrid, 1618.

RESS, Margaret Ann. Doña María Vela y Cueto. Cistercian Mystic of Spain’s Golden Age, en Spanish Studies, vol. 27, 2004.

RESS, Margaret Ann. The Spiritual Diaries of doña María Vela y Cueto. Lewiston, Nueva York, Lampeter, Edwin Mellen Press, 2007.